La anorgasmia
Este trastorno, aunque también sucede entre los hombres, es bastante común entre las mujeres. En realidad, en todas las mujeres existe la capacidad fisiológica para el orgasmo. El orgasmo es una respuesta que no nace espontáneamente, sino que se aprende, y, como todo aprendizaje, depende de la habilidad y de la constancia de la persona que se aprenda mejor o peor. La anorgasmia en sentido estricto es la incapacidad para disfrutar de un orgasmo, aunque en sentido laxo es la falta de resolución en orgasmo de una relación sexual por la mera penetración, por la fricción del pene con la vagina interna. Partiendo de estas dos definiciones tendríamos, pues, dos tipos de anorgasmia.
La demanda que suelen presentar las parejas es la falta de orgasmo en la relación sexual, aunque cuando la terapia va avanzando sale a la luz que el orgasmo es conseguido con la masturbación o con estimulación oral (¿acaso estas prácticas no son sexuales?). La demanda real es que la mujer disfrute un orgasmo mediante el coito exclusivamente, pero eso no es tarea fácil.
Fisiológicamente el centro más importante del placer sexual femenino está en el clítoris, análogo del glande. Está situado en la confluencia superior de los labios menores, lo suficientemente alejado de la luz vaginal como para que la fricción del pene durante la penetración no le afecte salvo en posturas sexuales específicas o indirectamente y de forma muy difusa por la vibración de los labios menores. La sola estimulación manual u oral prolongada de este centro es suficiente para conseguir el orgasmo.
Como avancé más arriba, el orgasmo estrictamente coital es bastante poco factible por varias razones. La respuesta sexual de orgasmo masculina durante la penetración es mucho más rápida que la femenina; además, la sensibilidad de la vagina se encuentra en su porción más externa, hasta el primer tercio, aproximadamente. No cabe duda que la fricción coital puede ser muy placentera, pero el orgasmo vaginal no deja de ser orgasmo, y el orgasmo nace en el clítoris y se generaliza hacia la vagina profunda, esa generalización es, como antes dije, otra forma de aprendizaje.
Una estimulación clitoridiana por parte del compañero o de la misma mujer durante el coito puede favorecer la aparición del orgasmo.
En segundo tipo de anorgasmia la mujer, o bien nunca ha tenido un orgasmo, o ha dejado de tenerlos de un tiempo a esta parte. La educación sexual es fundamental en estos casos, porque suele suceder que la mujer desconoce su sexualidad y, por ello, no puede disfrutarla con plenitud.
Detrás de este trastorno a menudo subyace una educación represiva en lo que a sexualidad se refiere, algo muy común en nuestra sociedad, sobre todo con el sexo femenino. Es por esto que el tratamiento empieza con centrada en el descubrimiento del propio cuerpo, así como en la reducción de los sentimientos de rechazo o miedo a la autoexploración y a la masturbación. Una vez que se han reducido las resistencias, se iniciarán las autoexploraciones que consisten en caricias por todo el cuerpo buscando las zonas de placer y haciendo énfasis en la vulva y vagina externa, explorándola visualmente con la ayuda de un espejo y sintiendo su respuesta a la estimulación.
La práctica de la masturbación clitoridiana, en la que puede ser de gran ayuda un vibrador, será aconsejable al principio en solitario. El orgasmo es algo muy personal y es una quien lo descubre y disfruta, para luego compartirlo.
Una vez que la mujer consigue darse placer puede compartir con su compañero sus experiencias y enseñarle dónde, cuándo y, sobre todo, cómo le gusta ser estimulada. En este punto conviene tratar con humor el juego la aproximación sexual, con una sonrisa cómplice que reduzca la ansiedad y libere la necesidad de logro en un juego en el que los dos ganan.