Sexología

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Consultas

Hay momentos en los que nuestra vida sexual se resiente. Los motivos para que esto suceda pueden venir por tres frentes: lo biológico, lo psicológico y lo social.

Desde la esfera biológica una enfermedad o un proceso natural como el postparto o la menopausia, pueden desencadenar un fallo en el sistema que acabe manifestándose a nivel sexual.

Desde la esfera psicológica una auto exigencia o una autoestima no ajustada, un trastorno del estado de ánimo (ansiedad o depresión) o una situación vital estresante, por ejemplo, pueden llevar aparejados síntomas que afectan a la sexualidad.

En la esfera social haber crecido en un ambiente poco favorecedor o una educación sexual inadecuada puede hacer que aparezcan síntomas.

Cuando se producen los problemas sexuales solemos buscar ayuda en el ámbito en el que se presentan, así en la consulta médica o en la psicológica; pero muchas veces estos profesionales no tienen la formación específica que nos pueda ayudar, y nos derivan al sexólogo.

Una primera consulta de sexología puede remover nuestras creencias sobre la sexualidad y enmarcarlas en una sexualidad más positiva y rica, cuestionando encorsetamientos psicológicos y sociales y aprendiendo sobre nuestra biología para poder fluir con ella en vez de exigirla de una forma no adaptativa para nuestros fines.

Hay veces que la consulta sexológica es la entrada a la terapia sexual, pero muchas veces el simple cambio de perspectiva que se obtiene en esta consulta es suficiente para quitar los obstáculos que impiden que nuestra sexualidad fluya con libertad.

Educación Sexual

Todas las personas hemos recibido educación sexual de alguna u otra manera. En casa, en el colegio, con las amistades, en el cine, en la literatura, con la pornografía… en silencios, en respuestas que transmiten incomodidad, inseguridad, vergüenza. La información que les llega a su temprana edad va cargada de valores y prejuicios, incluso en las charlas de educación sexual de colegios e institutos, que no han evolucionado demasiado desde hace décadas, ya que se centran sobre todo en enfermedades de transmisión sexual y concepción y gestación.

Una perspectiva culpabilizadora, o utilitarista, o hedonista, o económica de la sexualidad van a definir nuestra forma de vivir la sexualidad cuando seamos personas adultas y, en ciertas condiciones, facilitarán la aparición de problemas en nuestra sexualidad.

Es mejor prevenir que curar, y se debería educar en sexualidad positiva desde la infancia responsabilizando en lugar de culpando y compartiendo en vez de utilizando… pero desgraciadamente es una utopía a nivel social que se eduque en valores en un tema tan tabú para ciertos sectores como la sexualidad.

El analfabeto del futuro no será aquel que no sepa leer y escribir, sino aquél que no sea capaz de aprender, desaprender y reaprender.

Cuando el mal ya está hecho y empieza a manifestarse en un problema sexual es necesario desaprender los esquemas que crearon el problema y que lo están manteniendo. Esto se realiza a base de educación sexual que puede o no formar parte de una terapia. La educación sin terapia puede darse, pero rara vez se puede dar una terapia sexual sin educar en una sexualidad positiva.

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Entrenamiento en Habilidades Sexuales

Nadie nace sabiendo, por eso existe un entorno que nos facilita el aprendizaje de las habilidades que nos servirán durante toda la vida. Nos enseñan a andar, a comer, a hablar, matemáticas, lengua… hay una época en la que somos esponjas y el aprendizaje es algo natural para nosotros. Cuando no se desarrolla una habilidad, y el aprendizaje de conductas sexuales es algo que muchas veces es reprimido hasta la supresión, esa capacidad se atrofia y se aprecia un déficit en la edad adulta.

Suponer que el hecho sexual es algo natural y que se aprenderá por arte de magia en la edad adulta, cuando la persona esté “preparada” para ello es como pensar que cuando se llegue a los tres años sabrá correr, y para evitar que se haga daño le impedimos gatear.

Cuando nos encontramos con dificultades en nuestra vida sexual y sentimos que nos faltan habilidades para que sea satisfactoria, podemos aprenderlas aunque ya seamos personas adultas. La adquisición de habilidades sociales, habilidades de comunicación o incluso habilidades de autoimagen para aumentar la seguridad a la hora de buscar pareja; o el aprendizaje de técnicas amatorias específicas para superar dificultades o mejorar la vida sexual, pueden ser aprendidas en la edad adulta.

Este entrenamiento puede formar parte de la terapia sexual o bien puede ser impartido en talleres individuales o grupales.

Terapia Sexual

Cuando tenemos un problema legal, solemos ir al abogado, si es físico vamos al médico y si es psicológico al médico psiquiatra o al psicólogo… pero hay veces que este problema tiene un componente sexual que se escapa al profesional del derecho, la medicina o la psicología y, si es coherente, sugerirá la opinión de un experto en sexualidad humana, el terapeuta sexual.

La terapia sexual consiste en la modificación de conductas no adaptativas y el aprendizaje de aquellas que facilitan una mejor relación sexual en soledad o en pareja. Abarca varios ámbitos, dependiendo de la naturaleza del problema y de los recursos de la persona. Estos dos aspectos, naturaleza del problema y recursos personales, son analizados en la fase de evaluación, que suele durar una o varias sesiones en las cuales se ponen encima de la mesa todos los aspectos relativos al problema (qué, cuándo, dónde, con quién, cómo) y a la persona y el entorno donde ocurre el problema.

La educación sexual suele ser una pieza indispensable en la terapia sexual. Para cambiar algo debemos saber lo que es y cómo funciona, y desterrar viejos mitos adquiridos en el pasado que nos han llevado a estar donde estamos.

La realización de ejercicios para adquirir conocimientos o habilidades ayuda también a conseguir el objetivo de superar el problema o mejorar nuestra vida sexual. Ejercicios como la focalización sensorial para disfrutar de nuestro cuerpo o la masturbación terapéutica para aprender sobre nuestra respuesta genital.

La gestión emocional y de comunicación, ya que la sexualidad cuando se produce en una pareja trasciende lo mecánico y genital y lleva aparejadas otras dimensiones como la expresión de deseos o de inseguridades, así como los miedos e inquietudes que dificultan o incluso pueden llegar a impedir una vida sexual satisfactoria.

La terapia sexual se produce en un ambiente seguro para quien o quienes intervienen en ella, es bastante importante que se establezca una buena relación con el terapeuta porque se van a tratar temas bastante sensibles y se van a proponer cambios a veces tan profundos que si no hay una relación bien establecida, costará realizar. Creer que se puede es fundamental para poder, y esa en parte es la labor del terapeuta, mostrar una luz al final del túnel y orientar en el camino, aunque será un camino que deberán recorrer por sus medios.

Terapia Sexual